En 1957, Australia quiso dejar una huella imborrable en el mundo.

Anunció la construcción de la ópera de Sídney: un edificio majestuoso que sería su nuevo emblema.

Lo que se presupuestó en 4 años y 7 millones de dólares, acabó tardando 14 años y costando más de 100 millones.

El arquitecto danés Jørn Utzon abandonó el proyecto en medio de una tormenta política.

Y aunque hoy el edificio es un icono global, es también uno de los ejemplos más famosos de mala planificación.

Ese error no fue anecdótico.

Fue el resultado directo de la Falacia de la Planificación: uno de los sesgos cognitivos más comunes en el mundo de los negocios.

Cuando el optimismo es tu peor enemigo

Kahneman y Tversky, dos gigantes de la psicología cognitiva, demostraron que todos subestimamos sistemáticamente el tiempo, los costes y las dificultades futuras.

Aún sabiendo que antes nos equivocamos, creemos que esta vez será distinto.

La Falacia de la Planificación no discrimina.

Afecta a gobiernos, empresas, marcas emergentes y emprendedores veteranos.

Rompe presupuestos, mina equipos y genera expectativas que no se cumplen.

La solución no es dejar de soñar en grande.

Es planificar con frialdad.

Basarse en datos, no en deseos.

Pensar en escenarios.

No subestimar lo imprevisible.

Decisiones: sombrero, corte de pelo o tatuaje

James Clear tiene una manera brillante de explicarlo:

• Algunas decisiones son como sombreros: si no te gusta, lo cambias.

• Otras son como cortes de pelo: puedes arreglarlo, pero costará tiempo y algo de vergüenza.

• Pero hay decisiones que son tatuajes: marcan para siempre.

Muchas marcas tratan decisiones cruciales como si fueran reversibles:

• Eligen su modelo de negocio a la ligera.

• Se lanzan a estrategias sin pruebas.

• Se casan con un canal sin medir su impacto.

Y se equivocan.

Escaparate Pop Up: una decisión que puedes tomar hoy (y mejorar mañana)

Hay algo poderoso en elegir una estrategia que no te tatúa, pero que te da resultados rápidos.

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El nuevo modelo: agilidad sin improvisación

ÛUPO es el modelo que evita la Falacia de la Planificación.

Porque no necesitas construir la ópera de Sídney para dejar huella.

Solo necesitas saber dónde están tus clientes y aparecer en el momento correcto.

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Porque la oportunidad no se grita.

Se susurra.

Y ahora está susurrando esto:

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